jueves, 10 de septiembre de 2009

Mas afuera que adentro.

Una nueva derrota deja a Argentina al borde del abismo. Se repiten todos los errores, tanto del entrenador como de los jugadores.

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La caída 1-0 con Paraguay ha dejado al descubierto cada uno de los errores de este cuerpo técnico y estos jugadores.

Maradona y sus jugadores han logrado que el equipo juegue peor que con Alfio Basile. Sin identidad ni concepto, el equipo deambula entre los carteles motivantes y los insólitos planteos tácticos.

Maradona ha tropezado más de una vez con la misma piedra. Luego de ver con los centrales brasileños se devoraron a Tévez, el DT repitió la historia eligiendo a Agüero para mandarle centros y que haga el gol de cabeza que nunca hizo.

Sus jugadores, sus referentes le han fallado absolutamente. Mascherano ha quedado desbordado por la responsabilidad de ser el capitán y no rinde. Heinze, sub capitán, hace “méritos” para ser sacado del equipo con más de un error grave por partido.

Verón, “líder” del plantel, se hace expulsar cuando más se lo necesita y demuestra que conducir Estudiantes de La Plata no es lo mismo que la Selección Argentina. Y su estrella Lionel Messi, es una frustración partido a partido. Sin conducción ni carisma, el jugador del Barcelona jamás ha logrado rendir con la celeste y blanca. No puede, se esconde y cuando lo intenta, tampoco lo ayudan.

Ya no hay un chivo expiatorio, un Riquelme, para echarle la culpa de este paupérrimo presente. No está Riquelme para dividir el vestuario, para influenciar negativamente a Messi, para “lentificar” el juego de Argentina. No está más. No hay más excusas.

Argentina terminó rezándole a dos jugadores de 36 y 35 años (uno debutante) como Schiavi y Palermo, que salven la vergüenza con un cabezazo. Casi lo logran. Hubiera sido injusto para Paraguay y para esta selección.

La de Maradona ha sido una gestión de puras palabras… Por hablar de más (y no bancarlo) perdió a Riquelme. Por hablar de más causó el enojo de jugadores como Burdisso, “Cata” Díaz o Lisandro López. Por hablar de más se dedicó a pelearse por Ruggeri en vez de buscar un ayudante de campo serio. Por hablar de más se olvidó que además de motivar tiene que entrenar a los jugadores. El repechaje es un premio para tanto desastre.

El precipicio está a un paso. Sin margen de error, Maradona deberá hacer lo que no hizo en un año, trabajar seriamente, diagramar una identidad de juego y elegir un cuerpo técnico competente. Parece mucho pedir.

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